Dicen por ahí que cada uno tiene un lugar que ocupar y que éste no puede ser reemplazado por ninguna otra persona. Me pregunto qué pasa con aquellos cuyo lugar es no ocupar ningún lugar, aunque técnicamente eso sería imposible, puesto que si existes, ocupas un lugar en el espacio-tiempo.
Hay quienes ocupan un lugar en perpetuo movimiento, como las aguas de un río que se renueva cada año. Desde los fríos glaciares y nevadas en las montañas, que al fundirse alimentan su nacimiento, su progresión y viaje hacia la mar. Podría considerarse el delta como el soporte de la gran liberación del agua dulce en la mar salada; una mezcla de sustancias y naturalezas que se unen en un lugar común, para luego transformarse, poco a poco, en la naturaleza del otro.
Podría compararse con la llegada de un orgasmo. Desde la frialdad de la individualidad, pasando por los obstáculos del acercamiento, del juego hacia la intimidad, como un tira y afloja, hasta llegar al contacto físico, unión de cuerpos y éxtasis final... representando la fusión de dos naturalezas opuestas, que naturalmente volverán a un estado de individualidad, dando pie a un nuevo ciclo del proceso.
Y cíclicamente pasará una y otra vez, con pequeñas variantes.
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